Los ecosistemas que funcionan en condiciones óptimas, proporcionan flujos de agua limpia y en cantidades confiables, suelos productivos, un clima relativamente predecible y muchos otros servicios esenciales para el bienestar humano. Pero hoy en día estos ecosistemas y los servicios que proveen están bajo creciente presión en todo el mundo. En efecto, la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, el estudio más exhaustivo que existe a la fecha, que involucró cerca de 1,300 científicos, concluyó que más del 60% de los ecosistemas del mundo se están usando de manera no sostenible.
Esta lógica de conservación financiera es la que sustenta a muchos mercados formales e informales que actualmente comercializan reducciones de gases de efecto invernadero, humedales, contaminación del agua y hábitats de especies amenazadas alrededor del mundo. En efecto, todos los diversos esquemas que se destacan en este trabajo se sustentan en dos simples premisas: los servicios ambientales tienen un valor económico cuantificable y, por consecuencia, este valor puede ser comunicado para atraerinversiones y prácticas de restauración y mantenimiento.